Revolución, esa palabra perdida

El actual momento político, al tiempo que terrible, presenta un pequeño flujo de activismo. Mientras para el militante ya identificado como “zurde” en su gremio, la construcción sigue siendo cuesta arriba; y los movimientos piqueteros luchan por sobrevivir la política de hambre de la burguesía; un sector de personas movilizadas en diferentes centros urbanos y/o periurbanos del país se han dispuesto a la construcción de asambleas populares.

Sabemos de las últimas décadas que hay flujos y reflujos de este estilo permanentemente, el elemento nuevo es la continuidad explícita que se marca con las asambleas populares del 2001, cuyo quiebre merece una minuta aparte que serviría para ilustrar mucho de lo que nos proponemos debatir. ¿Cómo organizar una estructura de poder popular que pueda disponerse eventualmente a acompañar o poner en marcha un proceso revolucionario? ¿No sería eso preparar la tierra para un verdadero “partido de la clase” o por lo menos el intento de lograr un “frente único” que no sea solo para izquierdistas consagrades? No podemos responder nada de esto sin un debate de estrategia de poder entre revolucionaries.

Las condiciones objetivas están dadas para que la situación político social haga volar todo por los aires en una insurrección popular. Incluso están dadas, en parte, las condiciones objetivas para que la burguesía ensaye una respuesta cruda militarista, como podría  ser esbozado con la excusa de la violencia narco en Rosario.

Como siempre, lo que faltan son las condiciones subjetivas, y la principal traba no es sino producto de las dos primeras olas, sobre todo la primera, la dictadura genocida. El principal obstáculo es el macartismo, el señalamiento que se intenta introyectar en la población de que hay un enemigo interno: subversión, anarcotroscokirchnerismo, feminazi, mapuche, ambientalismo falopa, orco.. y en esta era no se privan de adjetivos las fuerzas represivas: insurgentes, soviéticos…

Muchos dirían que lo que hay es una orfandad de programa, y acordamos. ¿Pero qué es un programa? ¿Es una colección de consignas? La clase tuvo programas como el de Huerta Grande o La Falda que pondrían rojas las mejillas de más de une, y aun así no descuidaban el derecho a un sábado inglés construyendo codo a codo en cada lugar de trabajo.

Quizás hemos perdido las lentes de aumento y confundimos cada conflicto con “el” conflicto a “nacionalizar”. Quizás también hemos perdido años viendo quién tiene el panfleto más largo y hemos desconsiderado la influencia del patriarcado y del estalinismo en nuestras propias filas.

En una sociedad derechizante de una etapa histórica donde se han mofado por antena satelital de derrotar 80 años más tarde al partido bolchevique, donde los genocidas se mueren en sus mansiones y  sigue habiendo genocidios racializados con agendas coloniales, nos negamos a ver la viga en el ojo. Y vemos siempre la paja en la otra tendencia. Por supuesto que uno solo puede tener la razón, así era la dialéctica, no? Lógica de acero.

El partido bolchevique en 1921 decidió eliminar la libertad de tendencia a su interna y puso de comisario político a este respecto a…. Stalin. Por supuesto que Trotsky votó por esto y Lenin…? ¿Qué importa qué votó cada uno de ellos? ¿Acaso son profetas o son revolucionarios experimentados experimentando? Lo cierto es que tal decisión, como cada paso de la gesta bolchevique fue canonizada en verdad incuestionable para toda época y todo lugar. Y eso es un error histórico, que se repite en cada partido de tendencia única local. 

Nos atraviesa el mito del héroe, nos atraviesa el patriarcado. Odiamos que se rinda culto a Perón pero hacemos lo propio en base a una selección de textos canónicos de menos de una decena de autores. Y para no andar por los aires de la caracterización psicológica: nos atraviesa una práctica política que aprendió a leer marxismo y a organizarse  filtrado por la práctica política mayoritaria de su propio pueblo: el peronismo y el PC.

No se trata de negar a los profetas de esta tierra. Para nada, sino a intentar sacudirse la cabeza y a comenzar analizar la realidad actual, creando lazos de clase en ese debate colectivo. Que se den permiso para escribir esas centenas de intelectuales sin academia y sin puesto dirigente que toda cabeza suma. Eso hizo el movimiento feminista y los resultados están a la vista. ¿Es la izquierda tan superior que no puede aprender de sus compañeras de clase?

Tenemos la tarea por delante de no repetir el naufragio de las asambleas del 2001. No se trata de ir a preguntarle al que pegó piña y al que chicaneó, porque eso es solo el síntoma y no la enfermedad. Y de seguro, habrá autocríticas explícitas de todo tenor… o autocrítica las pelotas? No solo eso, tenemos por delante el desafío de no repetir el supermercado de encuentros de unidad de los trabajadores en el que se fue diluyendo el último auge del clasismo.

Necesitamos que florezcan las mil flores que a algune le dan alergia, que primero construyan en el llano la posibilidad de una confluencia política que pueda considerarse partido de la clase. Confluencia que solo será posible acercando debates en cuanto a estrategia de poder. Y genial sería que además de debatir si luchamos por la canasta básica, o por la de indigencia, o por la del 14 bis, discutiéramos estas cosas con ese activismo que volvió al ruedo o recién se suma.

Estamos de acuerdo que la masividad suma a los objetivos de corto plazo que tenemos contra el DNU y el Protocolo de Bullrich. Pero no la masividad abstracta, sino la masividad organizada. Al pedo sumar tinchos al 8M y cargarse en el debate la posibilidad de articulación con un montón de espacios transfeministas que vienen haciendo esfuerzos por seguir en pie de lucha. Al pedo encabezar columnas si minamos los lazos de clase y de transfeminismo en lucha que a sectores de la clase tanto les costó sostener bancando la parada al macrismo, a la pandemia e incluso así consiguiendo imponer su agenda.

El kirchnerismo está dejando huérfano a su base, y ni el más K es una oveja que se va a quedar para siempre en su redil. Por eso es que CFK está citada en Córdoba, Milei necesita una némesis que tome las riendas de su pueblo. Sabemos que cuando el peronismo se dispone a retroceder, nos arrastra a todos como ancla en tobillo y cuando avanza nos puede pasar por arriba. El PJ necesita que alguien más haga la devastación que la burguesía exige ya esté hecha, antes de disponerse a calmar a las masas con algún chapulín colorado. El peronismo no logra aun unificar su tropa para el retroceso, justamente a su base se le acaba la paciencia y a su burocracia se le agotan las excusas.  ¿Cuánto gremio tuvo que salir a parar el 8M y dilató hasta el último día la convocatoria a movilizar?

Tenemos la oportunidad de dictar el ritmo de la contienda, que no es ni de cerca el ritmo que querríamos, así de contradictorio como suena. Como algo posible podemos aportar a una federación de asambleas y espacios de lucha en la que cada uno de ellos se disponga a crecer como organismo de la clase al interior de cada territorio sin perder la agenda que se marcan hoy en los encuentros de ADEMyS. Sin crecer al interior de los territorios pierde sentido un ritmo de estado de alerta y movilización permanente; aunque sobran razones para este ritmo y otros más desesperados. Sin autonomía de clase y de todo partido en particular pierde timón en la tormenta el proyecto.

Esas son las tres tareas inmediatas, al menos en lo que respecta a las novedosas asambleas: Ir con ellas a construir a todos los territorios donde aun no estamos, respetando procesos particulares. Consolidar ideológicamente en ellas su autoconvocatoria entendida como autonomía de todo gobierno y de todo partido burgués o proletario. No solo porque la clase trabajadora no necesita tutela, sino porque incluso la mayoría numérica en un organismo que es infinitesimal frente a la abrumadora mayoría ausente de la clase trabajadora, no hace sino alentar el macartismo de la masa que pudiera asomarse a la participación. Y por último, tejer la urdimbre para unir respetando nuestra diversidad los diversos organismos de la clase (asambleas, movimientos piqueteros, merenderos/ollas, ferias/trueques, movimientos de vivienda, transfeminismo, comisiones internas, seccionales, sindicatos, federaciones) que estén en pie de lucha contra el gobierno.

Y si decimos federación de asambleas es por lectura de un horizonte táctico factible. Porque si bien siempre sería más deseable una unidad de acción de las asambleas hay que entender que no todo se organiza como un partido centralista democrático. Hay que palpar de cerca las necesidades actuales de esta fragmentada clase trabajadora y hay que construir paso a paso la centralización de su poder de fuego. Pero aunque suene contradictorio, semejante construcción no se saca por votación, sino que solo puede venir de un lento pero sólido consenso sobre la necesidad de hacer la revolución.

Una coyuntura de definiciones

En estos primeros momentos del nuevo gobierno, ante la transformación económica de fondo que pretende, se verán los caminos y actores, en definitiva la relación de fuerzas y los sectores que tomen el mando tanto en el campo de la burguesía como en el de la clase trabajadora y el pueblo pobre.

El gobierno encabezado por Milei, como todo gobierno, responde a una clase social. En el caso de los gobiernos procapitalistas administran el poder favoreciendo a la burguesía en general, pero de toda ésta a algún sector más que a otros o directamente en detrimento de otros. El Macri/Mileista por lo que se ve en el DNU 70/2023, en el caído proyecto de Ley Ómnibus y en las reuniones que viene teniendo con funcionarios del país del norte y sus aliados, se pone al servicio de Estados Unidos en su disputa geopolítica con China, a tal punto que su embajador estuvo en reuniones de gabinete. Lo cual implica que en relación a la burguesía que opera en Argentina los grupos económicos hidrocarburífero, minero y financiero serán los más favorecidos.

Por las políticas anunciadas y esta entrega más que carnal a EEUU, al sector agroexportador lo va a dejar en un segundo plano, claramente en el mercado mundial el lugar que nos asignan es la exportación de litio, petróleo y gas por lo que va a haber una transición parcial de la agroexportación hacia allí.

Esto no quiere decir que no favorezca al conjunto de la burguesía con sus políticas netamente clasistas, sino que decimos a qué sectores de esta va a privilegiar. Tampoco quiere decir que el sector agroexportador vaya a ser perjudicado, al contrario, las modificaciones a aspectos tales como el manejo del fuego, tenencia de tierras indígenas y fiscales va anunciando que a este sector también se le dan prerrogativas y no solo financieras.

Relaciones no carnales 2.0

Este retorno a las relaciones carnales que caracterizaron al menemato ocurre en un periodo de disputa de la hegemonía del capitalismo mundial entre el viejo Hegemón, los EEUU, y las potencias dirigentes del BRICS, China y Rusia principalmente.

Si los proyectos del gobierno se llevan a cabo estaremos ante  la consolidación del avance neoliberal iniciado en los 70, vía legalización de lo que ya ocurre (como siempre el hecho antecede al derecho) en cuanto a precarización del empleo, con el blanqueo laboral de hecho que significará la quita de las multas impuestas a las patronales, posibilitando el ingreso al sistema laboral formal a la gran masa de empleados en negro y diversos grises que, sumado al desempleo que significarán la recesión en curso y la anunciada liberación de importaciones, licuará los convenios y aplastará aun más los salarios.

En cuanto a la exportación de materias primas, profundiza el contrabando flagrante que es moneda corriente y lo direcciona en función de los intereses yanquis. 

En cuanto a la soberanía también pega un salto hacia el imperio, estilo Colombia, permitiendo el despliegue de bases del Comando Sur por todo el territorio (ya pactado con la General Laura Richardson y expresado en el DNU y el intento de ley Ómnibus). 

Es decir estamos ante un salto colonizador sin precedentes en nuestra historia reciente.

Fujimorazo en puerta

Los EEUU lograron en gran medida dejar malherido al proyecto de la Unión Europea de posicionarse a través de la suma de sus poderosas economías, la creación del euro y el frustrado intento de crear unas fuerzas armadas continentales para terciar en la disputa de la hegemonía mundial a principios de siglo. Este freno al avance de la UE lo impuso principalmente vía el control de la rama energética y el fortalecimiento militar en sociedad con Gran Bretaña, brexit incluido.

Ahora pretende enfrentar al nuevo «cuco», los Brics, con las mismas armas. En el caso de Argentina, apoyándose en el gobierno de Milei, y colocando al país en la trinchera yanqui con patas y todo.

Para que tenga éxito este proyecto es necesario relanzar la tasa de ganancia de la burguesía en Argentina mediante un ajuste con toda la represión que haga falta, al estilo del fujimorismo peruano de los 90s. Haciendo del parlamento una consultora, criminalizando la protesta, ilegalizando las huelgas y asambleas de los sectores estratégicos, legalizando el gatillo fácil vía la aprobación de la «doctrina Chocobar”, etc.

Relación de fuerzas y direcciones

Esta ofensiva salvaje encuentra a la clase obrera huérfana de proyecto propio. Por el lado de las cúpulas sindicales, hoy efímeras aliadas en la lucha por frenar el DNU y Ley Bondi, son compañeras de paso, ya que solo buscan ser parte de las negociaciones reclamando al  gobierno que restrinja esta primer parte de la reforma laboral a lo pactado previamente, modelo de la UOCRA de indemnización y eliminación de las multas a las empresas que blanqueen trabajadores.

Estos dirigentes hacen de su posición como cabeza de la clase trabajadora su principal arma para mediar entre las clases, allí radica su poder, pero en su mayoría son empresarios como Brunelli de la UOM o Pedraza, dueños de las empresas que tercerizan tareas de logística, catering, seguridad, limpieza  y mantenimiento en las grandes fábricas o líneas ferroviarias, o terratenientes como los Moyano, por lo cual, más temprano que tarde, se arrojarán a los brazos del gobierno de turno.

Por el lado político el PJ se quiere posicionar como oposición para contener la posible resistencia y lograr un equilibrio de gobernabilidad. Está claro que no van a enfrentar las cuestiones de fondo ya que muchas de estas estaban en la agenda de Massa. Al igual que la CGT, buscan pactar la gobernabilidad como lo hicieron en el período de Macri.

En la izquierda, el FITU, viene posicionándose como único sector opositor «de verdad» aunque en su dialéctica de ser parte del régimen, van a defender sus privilegios parlamentarios con uñas y dientes, su política tenderá a lograr pescar votos para las elecciones venideras, como lo vienen haciendo y dejan claro en los discursos de sus dirigentes diciendo, por ejemplo, que la salida no es la recuperación del peronismo sino crear un partido de trabajadores para luchar por una alternativa política, o  hablan de fortalecer al frente de izquierda para un gobierno de trabajadores yendo a lo mismo: las futuras elecciones, y es allí a donde, junto a la burocracia sindical, y el peronismo, quieren llevar todo también.

La moneda está en el aire

A diferencia de lo que venía sucediendo hasta diciembre pasado, hay un despertar por debajo de sectores, en mayor o menor medida, previamente politizados pero desmovilizados, en las incipientes asambleas. Además, lo que es muy importante, en sectores de la clase obrera organizada, ya que el ajuste cae sobre un retroceso salarial de años vía transferencia directa e indirecta, lo que tiene a gran parte de compañerxs en carne viva, de ahí las convocatorias  tempranas de las centrales, en diciembre a Tribunales con los CCOO y al paro general del 24/1. Esto no es menor, ya que los cacerolazos barriales exigiendo a la CGT que se ponga a la cabeza muestran una intención de que la clase trabajadora encabece la lucha.

Esta situación enmarca la coyuntura actual, tanto si el gobierno pretende establecer un equilibrio de gobernabilidad negociando con los demás partidos de la burguesía en el parlamento o por la vía de la fuerza, es decir con los poderes absolutos que busca con el DNU, o una combinación de ambas.

La caída de la Ley Ómnibus tuvo como uno de sus factores la lucha callejera, pero no debemos sobreestimar su peso y por lo tanto nuestras propias fuerzas actuales, con esto solo no va a alcanzar si el plan de ajuste logra estabilizarse. Hay otros factores además de la decisión de quienes se movilizaron una y otra vez a Congreso que terciaron en que la respuesta represiva no estuviera a la altura del despliegue de efectivos, a pesar de su intensidad (gases más irritantes, gomazos y detenciones incluso a periodistas, motos en las veredas): por un lado la impugnación hasta por parte de la ONU de las reformas represivas, y por otro la novedad de la organización de columnas de asambleas que deja una incógnita sobre el repudio que podría originar una represión abierta en el sector (romper las columnas y detener decenas de manifestantes). 

Lo cierto es que para que caiga la Ley Ómnibus, se resquebrajó quizás momentáneamente la apuesta de LLA y el PRO a constituir una nueva alianza política reaccionaria. Esta alianza se extiende a lo económico, social, cultural, religioso, etc., dejando afuera a la UCR y el PJ, y se basa en la necesidad de que el plan económico tenga éxito.

Ese intento de la LLA y el PRO (así como las disputas entre diferentes facciones de la burguesía local e internacional) es una brecha donde hay que operar para voltear medidas como el DNU.

Si esta ruptura por arriba avanza es una incógnita. La moneda está en el aire ya que el devenir de los acontecimientos, no se sabe aún si el ajuste tendrá “éxito” o no y, por lo tanto, se consolidará esta nueva fuerza reaccionaria o la misma caerá en una debilidad manifiesta. Es clave que se sumen a la lucha de clases nuevos sectores hasta ahora no movilizados, factor que impactará en la movilización callejera y en la dinámica de las paritarias. Lo cual a su vez debe interactuar con cómo se desenvuelvan factores estructurales, como el atraso cambiario, la magnitud de la cosecha gruesa, los tarifazos, etc.

La política en la clase trabajadora

Para tener éxito en el plan de ajuste y la consolidación de una nueva alianza política totalmente reaccionaria, el gobierno necesita derrotar la movilización popular, ya sea por la represión y/o la desmoralización. 

La represión cuando la mayor parte del movimiento en las calles es liderado por las centrales obreras y el PJ, actores imprescindibles para pactar la gobernabilidad, es mucho más leve. Pero como se vió durante el tratamiento de la Ley Ómnibus, cuando la vanguardia externa a estos queda aislada esa represión se hace realidad. Es importante extremar los autocuidados para evitar la desmoralización de los sectores en lucha vía esa represión. También hay que evitar la desmoralización por falta de una dirección capaz de ayudar a que  se consolide y dispute poder. No se trata de imponer un programa a los sectores movilizados sino de masificar los debates que llevan a una clase a parir desde un programa mínimo hasta uno revolucionario.

Es fundamental ante todo tener claridad que los aliados de paso en este momento más temprano que tarde abandonarán las calles (en la medida que se logre cerrar un pacto de gobernabilidad ya sea aprobando las leyes o dejando hacer). Y para que esa vanguardia que se está desarrollando logre consolidarse es de gran importancia la intervención de los sectores con más claridad política contribuyendo a arraigar el proceso de asambleas. 

Para ello hay que potenciar todas las iniciativas de desarrollo horizontal, es decir  apoyando y proponiendo el desarrollo de comisiones, principalmente tratar de sacar volantes o videos que ayuden a esclarecer la política del gobierno y que tiendan a sumar vecines. Tratar de avanzar en mecanismos delegativos de democracia directa que vinculen no sólo asambleas en los centros de cada distrito sino que enlacen las barriadas proletarias entre sí. Y en los lugares de trabajo apostar a desarrollar asambleas y tender a la formación o conquista de cuerpos de delegados y CCII de fábricas y establecimientos que puedan rebasar a las direcciones cuando estas traicionen. 

Es importante que todos estos organismos de la clase que se funden puedan vincularse entre sí y actuar en solidaridad:  asambleas autoconvocadas, juntas internas, asambleas de oposición a los gremios que no abran espacios democráticos, etc. Pero sin apurarse en crear superestructuras antes de que el desarrollo de los acontecimientos lo demande.

En este proceso puede estar el germen de la resistencia real a la avanzada burguesa y será fundamental para lo que viene.

De igual manera, el tendido de redes territoriales de militantes, que si logramos que se consoliden también pueden jugar un rol de dirección. Para eso hay que evitar que se despeguen compañeros de las asambleas de base prematuramente y que los partidos hagan  de estás su coto de caza de militantes vaciándolas de contenido. Es necesario cuidar para esto las formas de relacionarse, despegarse de una vez por todas de la tradicional e innecesaria chicana o de la clásica competencia por meter mi consigna textual, para encarar debates políticos que articulen la solidaridad de clase que se geste.

La importancia de desarrollar una política de la clase trabajadora radica en que en semejante crisis como la actual, donde sectores de la pequeña burguesía, de la propia clase obrera y de los trabajadores desocupados serán pauperizados a niveles superlativos, si no se les ofrece una salida de clase, ante un parlamentarismo impotente y una derecha que le va a echar la culpa a este de todas las desgracias, pueden optar por una salida cuasi facista y ahí sí estaríamos ante la peor de las opciones.

Es entonces momento de zambullirse en la construcción de base, de reconstruir los lazos de solidaridad de clase, de poner en pie, al decir del manifiesto comunista, un verdadero partido de la clase.

Argentina en la encrucijada energética mundial

Por Luna Roja

Se suele caracterizar al gobierno de Milei como una suerte de liberal antiestatista. Su DNU y su Ley Ómnibus vendrían a sentar la evidencia, por la cantidad de medidas que desregulan el mercado, quitan protecciones estatales y derechos a la clase trabajadora y pequeña burguesía. 

Sin embargo, su política energética y minera no es “simplemente” liberal, aunque haya grandes continuidades con el menemato; sino que son una toma de posición de la burguesía local en un contexto geopolítico muy inestable de inexorable camino hacia una transición energética, voluntaria o forzada por circunstancias ambientales. 

En este escrito pretendo resumir el contexto básico de crisis energética en el que se desarrolla el escenario geopolítico actual, insertando aquí las continuidades y rupturas de la política energético/minera de Milei respecto a los gobiernos anteriores.

La crisis energética

El capitalismo se reproduce extrayendo valor de la clase trabajadora; pero en su fase industrial, lo hace a través de un complejo entramado productivo que potencia y aprisiona la fuerza de trabajo a partir de usar la energía de fuentes naturales (Marx, 2010). En su versión actual este sistema opera a base de derivados de combustibles fósiles, que por su alta densidad energética y por ser en su mayoría líquidos se identifican casi con el dinero en su capacidad de circulación -viajan en gasoductos y oleoductos-, durabilidad -se almacenan fácilmente sin mayor degradación- y fraccionamiento -desde buques cisterna hasta pequeñas garrafas. 

Pese a lo que piensa el común de la gente, la electricidad no es el tipo de energía que necesita mayoritariamente el sistema productivo, ya que la mayor parte del transporte de mercancías (Fernández Durán y Reyes, 2018) y gran parte de los insumos para la fabricación de las mismas o de infraestructura industrial (tales como el acero  o el cemento)  se producen en sistemas alimentados por hornos o calderas de vapor (Turiel, 2020).  La electricidad es en todo caso, el medio de transporte y reconversión entre tipos de energía que utiliza el sistema productivo. E incluso la mayor parte de la electricidad se produce en centrales térmicas a partir de derivados de combustibles fósiles, mayoritariamente carbón (Arenales, 2023).

Y los combustibles fósiles se están acabando.

No es que no haya reservas de petróleo por ser no renovable, quizás sea cierto que haya reservas para siglos. Sino que extraer estas reservas requiere cada vez más energía. En el caso de los yacimientos convencionales, el petróleo o gas se extrae de rocas porosas que se desmoronan sobre sí mismas en el proceso (por el peso de las toneladas de roca  superiores), haciendo que cada vez se requiera más presión de bombeo para extraer el petróleo. Así, cada yacimiento individual pasa por un pico de extracción (peak oil) y luego  desciende su productividad hasta que deja de ser rentable en términos monetarios pero también energéticos (Fernández Durán y Reyes, 2018; Turiel, 2020). 

El pico de producción de los yacimientos convencionales de petróleo en su conjunto ya pasó y los de gas y carbón se estima que están próximos a alcanzarse (Fernández Durán y Reyes, 2018). 

Si esto no se tradujo en una automática baja de producción global de petróleo, fue porque al aumentar el costo de explotación de yacimientos convencionales, comenzaron a hacerse rentables los yacimientos no convencionales, donde hay que implementar tecnologías costosas como fracturar la roca inyectando fluidos a alta presión en la misma para acceder al petróleo (fracking, caso Vaca Muerta), o inyectar vapor hirviente para aflojar petróleos que más que líquidos son “pesados” como si fueran asfalto (caso Venezuela). De todas maneras el sistema productivo no “aguanta” precios muy altos del petróleo sin caer en recesión (Fernández Durán y Reyes, 2018; Turiel, 2020).

El pico de producción de los yacimientos no convencionales, así como el del uranio para energía nuclear ya pasó también (Fernández Durán y Reyes, 2018). Y como el planeta es finito, es poco posible que se puedan descubrir grandes yacimientos nuevos, aunque se intenta (caso de la prospección offshore en el océano Atlántico, en el Mar Argentino). 

Estos últimos manotazos de la industria petrolera traen sacrificios ambientales cada vez mayores, que quedan a cuenta de las comunidades locales, en general del tercer mundo, en una suerte de reactualización de la acumulación originaria.

El principal pasivo ambiental es el propio  cambio climático causado por los Gases de Efecto Invernadero (GEI) que emite el uso de estos combustibles. Más allá del aumento de temperatura promedio del planeta, derretimiento de  los polos y aumento del nivel del mar (que pone en jaque a innumerable cantidad de localidades costeras), el cambio climático pone en jaque al sistema alimentario global. Multiplica los fenómenos meteorológicos extremos (sequías, tornados, inundaciones) y amenaza cambiar de manera caótica (sin patrones claros) los biomas, en los que desde hace miles de años venimos sembrando ciertos alimentos. Riesgo mucho más alto dado que la agroindustria que abastece a la industria de alimentos ultraprocesados redujo a unas pocas especies la biodiversidad de alimentos que consume la humanidad, reduciendo así la resiliencia de los cultivos. Todo el negocio de la agroindustria tiembla ante el cambio climático y no se avizoran soluciones tecnológicas que alcancen (Fernández Durán y Reyes, 2018; Turiel, 2020). La transición energética se hace evidente hasta para las empresas de agroquímicos que ya comienzan a invertir en bioinsumos.

Geopolítica de la crisis energética en curso

Es por todo este panorama contundente del calentamiento global, y progresivo encarecimiento  del petróleo, y no por algún súbito altruismo ambiental, que la burguesía más concentrada ha llegado al consenso de “descarbonizar”   la economía global, es decir, reducir los GEI a través de la introducción de energías renovables (Bringel y Svampa, 2023). 

Claro que no renuncia al ideal capitalista de crecimiento indefinido aunque se esté chocando con los límites ambientales del planeta, por lo que transforma la descarbonización en una carrera geopolítica por hacerse con los recursos estratégicos para la reconversión energética. Esto es, apropiarse de los llamados “minerales estratégicos”, sobre los que ya escriben todas las conferencias internacionales ambientales, pero más aun empresarios y diplomáticos (Brun, 2023)

En nuestra región, la mira está sobre el litio y el cobre (además del oro, uranio y otros metales raros). El litio, si bien no es poco abundante en la tierra, tiene sus mayores reservas  en su forma más simple de explotar -evaporación de salmuera- en los salares de la región de Atacama, compartidos con Bolivia y Chile. Si bien no es el mineral más importante para una transición energética, no hay sustitutos eficaces al mismo (Azamar, 2022). Sepamos además, que todos estos minerales sufren por similares causas geológicas, una tendencia análoga al peak oil de una baja de la productividad de sus yacimientos. 

El cobre estaría pasando por ese pico ya (Turiel, 2010 y Fernández Durán y Reyes, 2018), lo cual vuelve inverosímil pensar en reconvertir, por ejemplo, todo el parque automotor en vehículos eléctricos, o siquiera pensar en reemplazar vehículos de alta potencia de uso corriente como maquinaria agrícola o de construcción. Sería imposible construir redes y estaciones de carga de la eficiencia adecuada. 

En cuanto al sueño de transportar largas distancias energía como hidrógeno verde en lugar de cables de alta tensión, es por ahora un espejismo con innumerables complejidades irresueltas y gran dependencia de la infraestructura petroquímica (Fernández Durán y Reyes, 2018, Kazimiersky, 2023).

Contra toda esta evidencia, los capitalistas insisten en hacer una transición energética en producción a gran escala, con márgenes de ganancia que esperan sean crecientes y por ende además, sin desprenderse del petróleo. Éste es y será siendo por largo tiempo la única tecnología que llena cuantiosos huecos en las nuevas cadenas de valor renovables que nos proponen, comenzando por la infraestructura de escala para la minería de minerales estratégicos. Sobre todo teniendo en cuenta que estas nuevas cadenas se están construyendo entre secretos industriales y tensiones geopolíticas (Lumet, 2023; Gaspar Filho y Santos, 2022).

El capitalismo no piensa enfrentar el desafío del necesario decrecimiento de escala de la economía (Honty, 2014). El imperativo de cada capital es valorizarse, y en esta descoordinación llamada competencia de mercado, los límites ambientales (falta de minerales, destrucción de infraestructura por eventos climáticos) se traducen en oportunidades para movimientos políticos de unos Estados comandados por coaliciones capitalistas sobre otros, para hacerse por mecanismos neocoloniales con los recursos de los que quieren apropiarse. Y todo esto eventualmente se traduce en guerra.

Varias veces hubo guerras por el petróleo, particularmente en medio Oriente, o crisis energéticas por subas acordadas y circunstanciales del precio del petróleo -caso OPEP 1973-. Pero en este caso sí se puede hablar de una crisis energética mundial e inminente que puede augurar un agotamiento real de las fuerzas productivas del capital y un retroceso en la globalidad de su dominación. Y de este panorama no se desprende necesariamente ningún avance de perspectivas más liberadoras de organización social, al menos no si no construimos ese horizonte.

Claro que el propio capitalismo va a luchar por renovarse y ya hay dos modelos capitalistas en pugna: el yankee, en franco declive pero poderosísimo aun, y el que está construyendo la alianza de Rusia y China liderando los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica que para 2024 invita a Emiratos Árabes, Irán, Etiopía, Egipto y Arabia Saudita). 

Estos reacomodamientos se expresan en los conflictos diplomáticos y armados por  controlar rutas de comercio hacia Europa y Asia: principalmente el conflicto de Gaza, al día de hoy extendiéndose al tránsito marítimo por el canal de Suez;  y el conflicto de Ucrania con la reciente voladura admitida casi por EEUU del gasoducto Nordstream con el que Rusia abastecía a Europa (Hersh, 2023).

Argentina en la encrucijada

Mientras tanto  Argentina sigue el destino manifiesto de zona de sacrificio del extractivismo.  Es ésta verdaderamente la única política económica que sostuvimos desde los saladeros coloniales, pasando por la etapa de “granero del mundo”, hasta hoy. 

China es después de Brasil el principal socio comercial de Argentina, importando primordialmente productos de la  agroindustria. Y luego le sigue EEUU, enraizado en el extractivismo de crudo y minerales estratégicos, sector en el que viene aumentando sus inversiones (Secretaría de Minería de la Nación, 2023). Vale decir que solo desde 2008 China tomó el 2do lugar, que durante el menemismo le perteneció a EEUU (Ferreiro, 2022).

Actualmente China tiene en su territorio la mayor parte de algunos minerales estratégicos como el Galio (Brun, 2024) o las tierras raras (Gaspar Filho y Santos, 2022) garantizándose así un poderío. Como contrapartida, EEUU se apresura a tomar posiciones en Argentina como territorio estratégico por su petróleo, sus reservas de agua dulce y sus minerales. Evitar esta jugada es parte de lo que se lee en la invitación de Argentina en plena crisis económica a formar parte del BRICS ampliado, invitación que Milei rechazó.

Es en esta disyuntiva entre China/BRICS y EEUU en la que pendulan las relaciones diplomáticas actuales, inclinándose ahora Milei  a buscar nuevas relaciones carnales con EEUU. Aunque las diferentes fracciones del capital local concentrado (esquemáticamente la agroindustria y el sector minero/energético) puedan tener diferencias  sobre hacia dónde inclinarse, ambos sienten ya el inicio de la crisis energética y tienen acuerdo en quién tiene que pagarla para no renunciar ni a un puntito de sus márgenes de ganancia: la clase trabajadora y la pequeña burguesía (PyMEs y servicios). 

La industria en general vino sintiendo en los últimos años la crisis energética, principalmente por los conflictos con las concesionarias que se tradujeron en falta de adecuamiento de la infraestructura eléctrica, pero además en la creciente importación de gas. Este combustible venía aumentando su precio al ritmo de haberse pasado el peak oil boliviano (Alvarez 2023), y sufrió un nuevo aumento de precios cuando EEUU se dedicó a exportar Gas Natural Licuado (GNL) a Europa tras volar el gasoducto Nordstream del Mar del Norte.

El sector de la agroindustria, golpeado por 3 años consecutivos de sequía, sufrió sobre el final de la era Fernandez/Massa, no solo los faltantes de nafta que fueron evidentes para el público en general, sino más  importante, compartió con el sector logístico de transporte de camiones el faltante de Diesel. El gobierno de Fernandez saldó el mismo entre bambalinas autorizando el uso de combustible con más contenido de azufre (Más contaminante) (Agrofy News, 2023). 

El ciclo de luchas que llevó al Argentinazo quedó lejos y es evidente el trabajo subjetivo para que la clase trabajadora desprecie a las fracciones desocupadas y se identifique con la pequeña burguesía, que a su vez se identifica con los grandes empresarios “vivos” como Mauricio Macri. 

Desde el Argentinazo del 2001 para acá, no hubo reconversión industrialista alguna de la estructura productiva del país, como le gustaría afirmar al progresismo K, aunque se hayan creado 2 millones de puestos de trabajo ultraprecarios. Por el contrario, se consolidó un modelo extractivista de materias primas (soja, maíz y minerales) o productos de escaso valor agregado (aceite de petróleo, harina/aceite/pellets de soja, biodiesel, carne congelada) (Centro de Economía Internacional, 2023). La burguesía argentina pretende continuar en el marco  de la división internacional del trabajo del consenso de la commodities (Briguel, Svampa, 2023); pero sus propios márgenes de ganancia se enfrentan cada vez más con la necesidad de la transición energética. En lugar de emprenderla decididamente en todo el territorio, prefieren descargar el ajuste hacia abajo.  Así, los políticos han pendulado entre ajustar gradualmente administrando migajas (modelo Massa) o ajustar por doctrina del Shock como prometió Macri para esta segunda vuelta a la par de Milei.

Este marco de “consenso del ajuste” permite acceder a Milei al poder, quien se apresura a sentar continuidades en política energética tanto con el menemismo (poniendo de secretario de energía a Rodriguez Chirillo, ex asesor de Cavallo), como con el gobierno anterior (moviendo a Flavia Royón de la  secretaría de energía a la de minería).

El casamiento con EEUU: algo viejo, algo nuevo, algo prestado….

Las políticas energéticas que delinea el gobierno de Milei son decididamente una prioridad de la gestión, ya que a 6 días de asumir declara en el poco conocido DNU 55/23 (PEN, 2023a) la “Emergencia Energética”, para luego legislar sobre varios aspectos en el famoso DNU 70/23 y en el proyecto de Ley Ómnibus. Las medidas que propone en estas normas son el desenlace lógico de las políticas energéticas anteriores, a la vez que un salto cualitativo de la acumulación capitalista que se hace dando lo que algunos analistas llaman “giros copernicanos” en cuanto a la disminución de la intervención estatal (Gandini, 2023) 

El primer decreto mencionado, declara la “emergencia energética y tarifaria”, buscando centralizar el mando del sistema energético al unificar el ENRE y ENARGAS a la vez que descarga un aumento tarifario  que para el caso de los sectores medios puede alcanzar el  del 300 al 575% (Página 12, 2023). Luego, en el ambicioso DNU 70/23 el Estado se abre de las responsabilidades de mantener y ampliar la red eléctrica así como de recurrir al Tesoro Nacional para proteger en materia de tarifas eléctricas a la demanda (pequeña burguesía, es decir comercio y PyMEs  y hogares de clase trabajadora) (Porteiro et al. 2023). La respuesta contundente de las calles hizo que aun no se haya avanzado en quitar todos los subsidios , particularmente los del transporte como se anunciaba desde presidencia para el 1ro de enero  (Ámbito, 2023).

Además y por si fuera poco, en el DNU se ata de pies y manos a los trabajadores, altamente sindicalizados del sector -de varios sectores en realidad-, al declararlos “esenciales”, reduciendo por ende su derecho a huelga y hasta a asamblea en los lugares de trabajo (PEN, 2023).

La reforma del sistema energético continúa entre DNU y Ley Ómnibus garantizando la no intervención en las exportaciones de crudo, la anulación del “barril criollo” por la “import/export parity” y la derogación de la Ley de Abastecimiento. Todo estol fácilmente se podría traducir quizás en faltantes locales de combustible, o de seguro en aumento exacerbado del precios de los mismos. (Mottura, D., 2023)  Esto se hace mientras el secretario de energía Rodriguez Chirillo afirma en medios masivos que de alguna manera -no legislada- los sobrecostos del autoabastecimiento argentino los irían a pagar las exportadoras… (Página 12, 2023). Al mismo tiempo se deroga el decreto 1060/00  (PEN, 2023b), que impedía una mayor concentración vertical de las petroleras a sus estaciones de servicio (Gardel, 2024), quizás para prevenir los faltantes en este sector altamente concentrado y orientado a la exportación (Ortiz, 2022). 

Y, por último, se pretende reconvertir en sociedad anónima y vender las empresas energéticas parcialmente estatales como YPF y Nucleoeléctrica Argentina S.A., las empresas de logística e  infraestructura ENARSA constructora del gasoducto presidente Nestor Kirchner; Belgrano Cargas y Logística; así como una serie de empresas involucradas en minería y su transporte: Yacimiento Carbonífero de Río Turbio (YCRT); Dioxitek S.A. (productora de polvo de dióxido de uranio para centrales nucleares); Yacimientos Carboníferos Fiscales; Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD) contraparte estatal de la minera de oro a cielo abierto “La Alumbrera” (Energía OnLine 2023).  

“YPF es la principal empresa del país, la mayor empleadora y la que más factura. Es también la principal extractora de petróleo y gas, la que tiene mayor capacidad de refino y la que cuenta con la red de estaciones de servicios más extendida. Aún siendo administrada como Sociedad Anónima, YPF es una herramienta estratégica para intervenir en un sector clave del que dependen todas las actividades económicas y los aspectos más básicos de la vida.” (Talcahuano, 2023). Pero la política de la burguesía no es utilizar el Estado para defender ningún aspecto de la vida de la clase trabajadora. Ni ahora ni antes, hay que tener en cuenta que la reestatización de YPF hecha por Cristina fue en forma de sociedad anónima, con el 51% para el Estado. El primer paso para la privatización liberal, que es transformar en sociedad anónima, está dado. En estos últimos días Milei retrocedió en la propuesta de privatizar YPF (en la ley ómnibus), pero mantiene a cargo de esta empresa Horacio Marín ex CEO de TecPetrol, subsidiaria del grupo Rocca.

De esta manera, se entrega a empresarios locales dominantes en el sector,la posibilidad de canibalizar el mercado energético, quitándole el “peso” de tener que cuidar del bienestar del mercado interno. Muchos de estos empresarios están ligados al poder en las sombras de Mauricio Macri (Rielo, 2018), tales, como Rocca, Bulgheroni (Panamerican Energy, 2da petrolera después de YPF) o Galuccio (Vista, 3ra petrolera del país). Incluso se intenta ir contra ciertos privilegios de las provincias, cuestiones que ya se están negociando y sobre las que ya se está volviendo para atrás a fin de hacer pasar la ley Ómnibus (Ojeda, 2024).

No son los únicos “pesos” que se le quitan a estas empresas: El sector minero se reprivatizó desmembrando el Sistema Nacional de Comercio Minero. Además, se contradice el acuerdo internacional de Escazú firmado en 2021 que garantiza el acceso a la información ambiental quitando el escaso control popular que se podría ejercer desde el Banco de Información Minera, que se cierra.. 

 Dado que China viene ganando posiciones en la extracción de Litio local concentrando el 40% de los embarques y el 50% de la inversión minera (Telam, 2023). Además, China lidera la cadena de valor de producción de baterías a nivel mundial (Azamar, 2022). Es por esto que EEUU utiliza al farandulezco Elon Musk y  empresarios menemistas como Manzano de Integra Capital, para presionar en recuperar posiciones en el mercado del litio local, que gracias a su marco legal incluso anterior a la dupla Milei/Caputo, está financierizado y es altamente especulativo  (Argento y Puente, 2021; Fornillo, 2023). Concretamente buscan hacer palanca en las leyes yankees de incentivo fiscal de autos eléctricos sin participación de componentes o materiales producidos por capitales Chinos para proponer ambiciosos planes de negocios atados a dudosos acuerdo de “libre comercio” al estilo del firmado recientemente con Japón. Esto sería un acuerdo que no sólo privilegie los intereses estadounidenses en el litio, sino que le brinde información sobre las operaciones de otros países (China) en el rubro (Deza, 2023).

Tenemos entonces un plan estratégico en marcha para privilegiar el extractivismo de EEUU en materia de petróleo y minerales estratégicos, en esta boda estilo Las  Vegas, algo viejo, estilo retro, estilo ´90s. 

También se viste algo nuevo, que es el privilegiar los intereses de Elon Musk  no solo en el litio sino también en las telecomunicaciones. En el DNU 70/23 se privilegian los intereses de Starlink por sobre la red de satélites nacionales ARSAT, de menor conectividad. Por si quedan dudas del lugar del carácter geopolítico del casamiento, Starlink está señalada como objetivo militar de Rusia en la guerra de Ucrania (TASS, 2023).  

Algo más difícil de leer es el creciente interés en la Antártida que puede tener que ver con intereses minerales y/o del agua dulce (dados los crecientes deshielos que permiten fantasear con proyectos extractivistas minerales o de hidrógeno verde), así como de telecomunicaciones (ya que los más grandes data center se suelen instalar en zonas naturalmente frías). Starlink ya provee internet a la Antártida aunque no a la  Argentina que aun lo hace en el territorio antártico con los ARSAT (BAE Negocios, 2022).

Todos estos acercamientos a EEUU, a la vez que la aparente “torpeza” de la diplomacia hacia China, casi no enmascaran el deseo de que ocurra un improbable alejamiento de los BRICS. Y por eso, en esta boda también está lo prestado, que es el SWAP de China a Massa. China está exigiendo su pago, además de amenazar de manera muy tangible con retirarse como importador del agro argentino. Es muy poco probable que se ensaye en el corto plazo una verdadera ruptura de relaciones con China, lo que polarizaría a la propia burguesía, sino que más bien parecen simples genuflexones hacia EEUU y respuestas de ajedrez del gigante asiático para contrapesar los avances de EEUU en la región (Glezer, 2024). Queda para seguir el desarrollo en los próximos meses sobre si efectivamente el sector minero/hidrocarburífero pro yankee de la burguesía va a retener el poder sobre los resortes del Estado o pueden realmente tensarse estos intereses contra los del sector agroexportador.

Descarbonización local, bien gracias

Por el lado de las energías renovables el paquete de normas propuesto por La Libertad Avanza anula los incentivos económicos que existían para desarrollar e implementar generación eléctrica distribuida (energías renovables), pese a que dependía de fondos propios y no estatales (Gardel, 2024). Surge la incógnita si el sistema de generación distribuida entrará en un “stand-by”, siendo que solo alcanza el 5% de las metas -en cuanto a cantidad de usuarios generadores y potencia generada- que la propia burguesía se propusiera con los Planes Nacionales de Energía y Cambio Climático del 2017 y de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático 2022 (Medinilla, 2023). Sin embargo el propio Rodriguez Chirillo promete desde un área especial de “Transición Energética” mecanismos de mercado para promover las renovables (Medinilla, 2023).

Y por el lado de reducir los GEI encuadrándose en el Acuerdo de París, el gobierno lejos de negar el cambio climático a través de la Ley Ómnibus -como hace Milei para la tribuna-, proyecta construir un mercado local de emisiones de carbono, aun sin demasiadas precisiones (Ortiz, 2024). Este sistema llamado Cap&Trade ha sido señalado por más de una década por su sesgada mercantilización de la naturaleza que se traduce en su ineficacia para reducir las emisiones de GEI (Democracy Now, 2010)

Digamos que la burguesía local está tan dispuesta a ser zona de sacrificio para la descarbonización del primer mundo, que poco le importa la consecuente descarbonización de su propio territorio. Aunque por un lado avancen las renovables, como reaseguro de energía para las industrias de la propia burguesía concentrada (Forbes, 2022); el avance extractivista, en particular petrolero, viene siendo responsable del constante aumento de GEI del país (Lewkowicz, 2021). “En este momento crítico,como siempre en la historia del capital, un salto en la tecnología se financia con los obreros más privados de tecnología” (Caffentzis, 2020 p.86)

Los límites del liberalismo

Hasta aquí hemos desarrollado todas las medidas liberales de Milei hacia el sector energético. Mientras el sector hidrocarburífero y de minerales estratégicos viene creciendo sin precedentes, se pretende reducir a un problema cambiario el problema realmente distributivo que es el de los subsidios al precio interno del combustible y a las tarifas (Talcahuano 2023, Alvarez Mullaly, 2023). Y se pretende solucionar el mismo con “libre mercado”. Dada la coyuntura internacional, atar el país a precios internacionales que son extremadamente volátiles, solo garantiza un colchón para las tasas de ganancia de las exportadoras, a costa de la clase trabajadora e incluso de las PyMES que no podrán pagar sus tarifas.

 Pero no todo lo que propone LLA en energía es libre mercado: El sector del gas tiene un tratamiento especial, al estar especialmente protegido en la Ley de Ómnibus. Si bien se liberan los permisos de importación se dice expresamente que el PEN debe autorizar las exportaciones. Para el gas no hay liberalismo…

Y hete aquí uno de los hilos de continuidad de la política energética reciente (Kiper, 2023) que marcan el acuerdo subyacente de la burguesía más allá de cuál sea el personal político que lo implemente: Liberalizar al máximo el sector en detrimento de los usuarios, sin soltarle la mano en el abastecimiento de gas a la propia burguesía concentrada que supuestamente se estaría “descarbonizando”. De hecho por un tecnicismo puede hasta que lleguen a afirmar que usar gas es más limpio: Las emisiones  de GEI por tonelada de combustible quemado son menores para el gas que para el petróleo y/o carbón.

Volviendo al gas, éste no se suelta por dos motivos: Por un lado, por la ubicación diplomática estratégica de Argentina como principal exportador, incluso a los BRICS (a Brasil vía gasoducto). Por otro, por soportar las necesidades internas de gas en generación de energía (centrales térmicas a gas), de capitales siderúrgicos, petroquímicos (en las refinerías de petróleo se consume gas), aceiteros, entre otros (Mazzola, 2021). Aunque los sectores locales más concentrados parezcan emprender una agenda de “descarbonización” (Forbes, 2022), siguen siendo altamente dependientes de este combustible (Mazzola, 2021).

Por esto es que el Gasoducto Presidente Nestor Kirchner (GPNK) es una obra estratégica para toda la burguesía regional (charlada en la CELAC) ya que recientemente -peak oil del gas de por  medio- volvió a ser rentable Vaca Muerta. El primer tramo del GPNK ya llega a Salliqueló desde donde ya se inauguró el gasoducto América a Olavarría (Ministerio de Economía 2023) -donde casualmente están las canteras Loma Negra de la familia Lacroze Fortabat-. Se espera para fines del 2024 lograr conectar con el sur de Santa Fe (San Jerónimo) para luego revertir el Gasoducto Norte alimentando así todo el centro y NOA, especialmente las industrias extractivas del litio (Redacción Mejor Energía, 2023, Redacción EconoJournal 2023). Desde allí  se podría abastecer a Bolivia, e incluso a Brasil (Smink, 2023; Ríos Roca, 2023). 

Proyectos para exportar gas de Vaca Muerta hay varios, hasta incluso hay en marcha un acuerdo entre YPF y la malaya Petronas para construir una planta productora de Gas Natural Licuado (GNL) en Bahía Blanca (Redacción Diario Río Negro 2022) con puertos gasíferos allí y en Río Negro (Alvarez Mullaly, 2023). La propia Flavia Royón, empleada de Fernandez como Secretaria de Energía y ahora de Milei como Secretaria de Minería hizo aprobar una ley que como marca de continuidad entre gobioernos no fue derogada, de promoción del GNL (Mase 2023)

Toda la obra del GPNK está proyectada en 710 millones de dólares de los cuales 540 millones los aporta el CAF (Banco de Desarrollo para América Latina y el Caribe, ex Corporación Andina de Fomento) (Redacción Mejor Energía, 2023). La única medida “antiestatista” de Milei fue ajustar los pliegos para que la reversión del Gasoducto Norte se vuelque sobre las tarifas (de vuelta afectando a sectores medios y pequeños de la burguesía y a la clase trabajadora) (ídem). 

Aclaremos que si bien Vaca Muerta cuenta  con recursos no convencionales enormes en gas (segundo del mundo) y petróleo (cuarto del mundo) (Smink, 2023), la perspectiva extractivista es extremadamente cortoplacista, en el caso del crudo de unos 10 a 15 años (Alvarez Mullaly, 2023). Extractivismo de máxima intensidad al servicio de EEUU, quien ayudó a descubrir el yacimiento y proporcionó el know how (Nuñez, 2022).

Tampoco los proyectos de Hidrógeno Verde en fase experimental preveen casi ninguna orientación al mercado local, sino por el contrario el uso de ingentes cantidades de agua dulce para exportación (Talcahuano, 2023a).

El abismo no es Milei, es el capitalismo

En efecto estamos frente a un abismo. El abismo de una profundización del filo minero energético del extractivismo en nuestro país y en nuestra región. Aunque algunos analistas consideren un “giro copernicano” la liberación de los precios del petróleo -contra décadas de control estatal- (Gandini, 2023), o la liberación de tarifas eléctricas -contra la ley de defensa al consumidor e innumerable jurisprudencia- (Gaitán, 2023), estas medidas no son sino pasos lógico de una burguesía concentrada ligada al extractivismo cuyos intereses no tienen demasiada bandera. Si fuera solo una liberalización, podríamos ver además que no se dejaría avanzar el monopolio de las estaciones de servicio como mencionamos más arriba, o la cartelización de otras industrias como la cementera, los medios, mercado libre…. pero no, esos son amigos de la casa. Esto no quiere decir que pierda sentido la apelación a la jurisprudencia, leyes, Constitución Nacional, sino que las mismas no nos deben hacer perder de vista el ataque desesperado que lanza la burguesía contra la caída tendencial de su propia tasa de ganancia exacerbada por los límites planetarios.

Es claro entonces que el proyecto político de Milei  es un  collage de medidas que favorece a la gran burguesía local a la vez que ataca los derechos de todos los demás. Sabemos también que si bien eso parece “nuevo”; la hiperinflación que vivimos actualmente y que promete seguir via sucesivas devaluaciones y quizás una futura dolarización, precede a este gobierno. Esto es, ya está operando una reducción del salario real que favorece a toda la burguesía. Lo que no se tiene en cuenta, es que las medidas aplicadas en el sector energético son a su vez una transferencia de plusvalía desde la clase trabajadora (que paga la luz, el gas y el transporte público), así como de la pequeña burguesía (que ilumina sus comercios, paga luz y gas en sus PyMES) hacia las empresas del sector energético que abastecen al mercado interno. Todxs pagamos la luz y el combustible al precio que imponga esta burguesía concentrada. 

Mientras Massa se deslizaba hacia una política similar pero gradual, tan solo frenado por medidas de campaña (como la reducción del impuesto a las ganancias, o la suspensión temporal del IVA); Milei avanza sin dudas, vía doctrina del shock. Mientras el kirchnerismo se acercó a los BRICS al punto de llegar a ser invitados a los mismos, el Macrismo/Mileimo siempre privilegió a EEUU. 

Pero no nos engañemos, Argentina en los BRICS podrá representar en el corto plazo un “respiro” en shuanes frente al apriete de la deuda del FMI, pero en el largo plazo también representa una política neocolonialista y extractivista donde pasaríamos a ser zona de sacrificio de otras potencias mundiales. 

La encrucijada no es tal, ambas opciones son dos formas de saltar al verdadero abismo, que es al del agotamiento de nuestros recursos naturales sin haber logrado garantizar el derecho básico de la población a acceder a la energía necesaria para vivir dignamente. El abismo de considerar inmaterial a la economía y confiar ciegamente en el mercado; de sostener la mitología de un crecimiento indefinido en un mundo finito (Ávila, 2023; Gomez Bagghetun, 2013). El abismo del capital, siempre dispuesto a sacrificar en guerras y hambrunas a la clase trabajadora para recomponer sus márgenes de ganancia.

El abismo de la crisis energética, ese Apocalipsis que blande el capital para disciplinar a la clase trabajadora (Caffentzis, 114-117), no es externo al mismo. No es -solo- un límite de la biósfera, sino que surge de que la energía es en este sistema tan relación social como el capital mismo (Bertinat, 2022; Avila, 2023).  La única forma de enfrentar la llamada crisis energética, en un mundo que produce mucho más de lo que necesita, es construir nuevas relaciones sociales.

Ni deslizarse gradualmente hacia la catástrofe administrando ayudas humanitarias, ni tirarse de cabeza al abismo confiando en la mano negra del mercado son las respuestas adecuadas. La respuesta está en pensar con una lógica por fuera de la capitalista; ni mercantilista ni creciente. Una lógica que privilegie el derecho humano a la energía (Tornel, 2023), ya que el agua, el viento, el sol, el petróleo y los minerales son bienes comunes. Una proyección con la conciencia de ir decreciendo el uso total de materiales y energía a partir de la eliminación de los consumos suntuarios que hacen los millonarios, de la reducción del transporte a partir de la producción renovable local a pequeña escala y sobre todo de la planificación de la economía para evitar el derroche y la contaminación. Es una fórmula corta, pero requiere para ser llevada adelante la participación consciente de toda la clase trabajadora que hoy mueve el campo y la industria . No solo luchando contra el ajuste organizaremos esa clase capaz de cambiar el mundo, sino que además tenemos que  comenzar a proyectar alternativas utópicas para ampliar la mirada de nuestra clase. 

La única forma de evitar el abismo es darse media vuelta y mirar hacia un horizonte revolucionario. 

Referencias

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Redacción Mejor Energía (2023, agosto 25) Los detalles del Gasoducto del Norte, la obra para dejar de importar gas de Bolivia. Mejor Energía https://www.mejorenergia.com.ar/noticias/2023/08/25/1818-los-detalles-del-gasoducto-del-norte-la-obra-para-dejar-de-importar-gas-de-bolivia

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ORGANICEMOS LA RESISTENCIA

Luego de las PASO se abrió una nueva coyuntura política, el surgimiento de Milei como posible ganador en las generales que sacó del letargo a miles de personas, que ante esa posibilidad, comenzaron a militar el “no vote Milei”. Esto se expresó en las generales, donde a pesar del desastre económico en que nos tiene sumergidos el peronismo, logró sumar más de 8 puntos porcentuales. En vistas a  una segunda vuelta muy ajustada, la movilización hacia el “no Milei” se vio acentuada con pronunciamientos de sectores que venían siendo abstencionistas en anteriores circunstancias y compañeres que, desobedientes a sus orgas algunes e independientes muches otres, salieron a pronunciarse por el “no a Milei”; así como decenas de organizaciones gremiales y sociales aportando votos a un gobierno con 200% de inflación anual entre otros males. 

Sin embargo esto no fue suficiente porque el miedo a la derecha cada vez alcanza menos en un contexto que la supuesta no derecha no deja de empeorar las condiciones de vida de las masas y banalizar causas.

Así como en el frente Macrimileista se suma al voto antiperonista algo mayor al 30% del electorado y un voto anticasta propio de Milei. 

Ese repudio a Milei expresó principalmente un límite de grandes sectores de la sociedad hacia sus alianzas, sus políticas antiderechos, al punto de denominarlo “fascista” y considerar que pone en peligro la democracia. Esta denominación no se corresponde con lo ocurrido en la década del ’30, cuando sí surgió el fascismo como un movimiento erigido sobre la derrota de las organizaciones obreras. Es claro que no estamos en la década del ‘30 y que tanto Milei, como otras figuras y fuerzas políticas regionales y mundiales, no pueden ser analogadas sin más al “fascismo histórico”. No obstante, es preciso advertir que en LLA se han congregado un conjunto de fuerzas políticas, muchas de ellas largamente preexistentes a ese espacio, que sí tienen un discurso autoritario de rasgos fascistas, que expresan una reivindicación a la dictadura genocida, especialmente en la voz de Victoria Villarruel. Fuerzas que no han vacilado y no vacilarán en usar la más feroz represión contra la clase obrera y les explotades -si la correlación de fuerzas se los permite- y que así lo declaran programáticamente. Fuerzas que han recorrido un camino de profundización en la negación de las libertades democráticas y apuestan por la eliminación y restricción de muchas de ellas, y por el odio social como un importante rasgo de identidad, junto a un intenso discurso anticomunista. Pero dicho esto, también es cierto que Milei aún no dirige una organización militarizada con la finalidad de destruir físicamente a la clase obrera, ni cuenta con una base social organizada e incitada con ese fin. Es la tarea que el sector de Villarruel asumirá durante los próximos meses, el destinar recursos del poder ejecutivo a construirla. Macri se le adelantó al deshumanizar llamando “orcos” a los trabajadores que resistimos en el Congreso la reforma provisional en el 2017, y llamando a los jóvenes a armar patotas de derecha.

Es importante entonces determinar quiénes son estos personajes y por qué están en el lugar que están. Definir al fenómeno Milei y su caracterización  será una tarea a futuro, ahora trataremos de explicar su performance. Esto tiene que ver con factores internacionales donde este tipo de personajes aparecen como distintos al régimen democrático burgués, que nuevamente está en una crisis ya que la democracia parlamentaria no está siendo eficiente para consolidar las políticas neoliberales que se profundizan desde hace más  de cuatro décadas a esta parte. Son las políticas que derrotaron a los grandes sindicatos fordistas de los 60 deslocalizando y globalizando la producción para debilitar a la clase obrera y aprovechar nichos del sur global (nichos de mano de obra pobre, de bienes comunes para extraer o para absorber sus desechos). Son las políticas que en América del sur implementaron los milicos que estudiaron en la Escuela de las Américas a instancias de familias como Macri, Bullrich, Martinez de Hoz y Fortabat. Políticas para derrotar a la clase obrera del Cordobazo y beneficiarse de la estatización de la deuda externa. Políticas que siguieron con la derrota de los Estados de Bienestar como contraparte de la caída de la URSS, en Argentina con el menemismo, privatizaciones, convertibilidad y deuda externa. Con sed de más, cuando la expansión de China dejó de darles superávit gemelos para que al repartir las sobras se pudiera llegar a hablar de década ganada, la burguesía con Macri a la cabeza intentó la reforma gradual y hasta hoy les duelen las toneladas de piedra y el repudio que sufrieron. Pero el gobierno de Alberto Fernández no cuestionó el endeudamiento desproporcionado del Macrismo, ni mucho menos el modelo extractivista en el que se inserta la Argentina en el mercado mundial. La pandemia fue una gran excusa para profundizar la precariedad en múltiples sectores, como el de la economía digital y las apps. Flexibilización laboral de hecho que llenó las arcas de empresarios como Marco Galperin y otros ricos que cobraron celebridad y se sumaron al coro de ajustadores.

Hace agua para esta burguesía siempre codiciosa el que necesite regímenes cada vez más represivos para sostener sus tasas de ganancia, y hace agua por abajo ya que no cumplen el rol histórico que pretendieron proyectar de igualdad, libertad y fraternidad. En lo que hace a nuestro país, se plantean en este 40 aniversario  desarrollando las premisas que planteó Alfonsín,  pero con la democracia, hoy no se cura, ni se come, ni se educa. Abreva por eso en la base de LLA, por un lado el hartazgo con los políticos tradicionales expresado en el “que se vayan todos” y por otro lado el desastre económico en que nos vienen sumiendo los gobiernos desde hace más de diez años, incluso en nombre de un cínico progresismo.

Debemos ser conscientes que tras décadas de pérdida de ingreso y empleo y vaciamiento de las instituciones que cobijaban a la clase trabajadora es muy difícil para esta mayoría hacer un análisis de conjunto y a largo plazo. Prima la bronca, el individualismo y la negación que se expresa en quienes creen que Milei “no va a hacer lo que dice”, que “se acaba la corrupción y que los laburantes no lleguen a fin de mes”, hasta el que cree que va a ganar un mejor ingreso en dólares, o que si la pasa mal por falta de derechos, todos deberían pasarla mal y la mano negra del mercado operaría la magia de desarrollar a esta altura del capitalismo el país y además que eso sería en beneficio suyo y no sólo de la burguesía.

No es fácil salir ahora a defender derechos que las mayorías no detentan. Justamente por eso es importantísimo en todos los espacios no reproducir la lógica de la grieta que tan funcional vino siendo a la derecha y tratar de organizar el marco más amplio posible de lucha.

Pero no nos confundamos, aunque LLA desarrolle sus bandas fascistas, esto no es Alemania o Italia de principio de siglo. Los sectores que se dirán anti fascistas en su mayoría no moverán un dedo. El peronismo se aferrará a la estructura que conserve en el Estado y en los sindicatos e insistirá con que “hay 2027 con Kicillof”, con que resistir abiertamente es “hacer el juego a la derecha para que debiliten la democracia”. Al peronismo no lo dirigen eses militantes progresistas en lo político y cultural que hicieron crecer a La Cámpora, lo dirige, como siempre lo hizo, la burguesía. Habrá que discutir con eses compañeres mostrando que la única grieta es entre quién quiera poner el cuerpo a denunciar y frenar el avance que pretende LLA, y quién pretenda ser simple espectador. La desmoralización no puede durar mucho más que este día feriado que pasó, debemos seguir organizados alrededor de puntos programáticos básicos de amplia aceptación popular: luchar por mejorar la educación y la salud públicas, elevar el poder adquisitivo de los salarios, detener la inflación desenfrenada,  terminar con la precarización del empleo, profundizar la aplicación de la ILE, abrir los archivos de la última dictadura y proclamar una ley que castigue la apología de la dictadura. Nada o muy poco de esto lo iba a hacer tampoco el gobierno de Massa que es un empleado de la embajada yanqui y fiel servidor del FMI y los grandes capitales. 

Este programa sólo podrá llevarse a cabo con huelgas y movilizaciones, desplegando la capacidad de lucha de la clase trabajadora  y el pueblo pobre, que somos les que hemos conseguido  los derechos que hoy debemos defender. 

La única manera efectiva de avanzar en nuestros derechos es que organizaciones políticas, sociales y sindicales alineadas tras reivindicaciones programáticas comunes que, a su vez, pugnen por organismos independientes de trabajadores y sectores en lucha, donde discutamos y apliquemos las políticas que allí se definan. 

No votar a Milei fue una propuesta correcta que también pudo transformarse en un error táctico e incluso una derrota política si dejábamos fortalecer a ese frente también ajustador que ahora pugnará por el inmovilismo. Jujuy ofició de laboratorio para la burguesía de lo que sucede si atacan de frente, que es lo que piensan hacer. Pero también tenemos a Kicillof sentando precedente con el aval de toda la estructura de Baradel contra el derecho a huelga. No debemos olvidar que la burguesía ya no tiene grieta en torno a la necesidad de ajustar. 

Tenemos que luchar por imponer nuestro programa, sin quedarnos quietes ante el “cuco” de la derecha ni callades ante los discursos de que cualquier resistencia le hace el juego a la derecha”. La burguesía no va a descansar en su carrera por imponer una nueva profundización del neoliberalismo extractivista, pintándose la cara de verde ecologista o de verde milico, según sienta que tiene más apoyo popular. Es momento de redoblar nuestra organización. A cada lucha por defenderse de la avanzada Mileista habrá que llevar un programa que las unifique y profundice.

Un futuro previsible, una salida por construirse

El contexto capitalista mundial y local, sumado a las propuestas electorales con chances de ganar las próximas elecciones, permiten esbozar el contexto en qué habrá que realizar política en los próximos años y los desafíos a enfrentar.

El contexto mundial

A nivel mundial asistimos a un capitalismo que viene creciendo desde la crisis del 2008 muy débilmente, producto de su propia dinámica interna con la caída tendencial de la tasa de ganancia. También producto de la dinámica del capital, que no puede parar de expandirse a pesar de los datos que hace rato indican que está en curso de colisión, cada vez se profundiza más la crisis climática y ecológica, así como el agotamiento de diferentes recursos por su sobreexplotación no planificada en función de las minorías capitalistas.

En ese contexto se viene dando, y se espera que se profundice, la disputa entre diferentes potencias por los recursos escasos. Dicho contexto es el que aparece posibilitando la profundización de una nueva oleada de extracción de “recursos naturales” en Argentina, con una oleada de inversiones hacia esos sectores en el país.

El contexto argentino

La economía argentina viene estancada desde 2011 y las clases dirigentes vienen llevando adelante un ajuste para relanzar la tasa de ganancia, que se espera que se profundice en los próximos años con la intensificación de la reforma laboral y una reforma jubilatoria.

Este ajuste se va a sumar a la profundización de la venta de “recursos naturales” a la que apuestan las élites capitalistas y las principales listas electorales, con eje en los combustibles fósiles, los minerales como el litio y el cobre, además del agronegocio. Todo esto mientras se intenta hacer equilibrio en la disputa entre China y Estados Unidos.

Estos “recursos naturales” no se van a usar racionalmente, y en acuerdo con las comunidades involucradas, para ninguna transición justa a un orden social compatible con la vida o mitigar los efectos en nuestro país de la crisis climática y ecológica esperados para las próximas décadas, sino para financiar el mantenimiento del modo de vida de unas minorías que despilfarran recursos en el sistema capitalista.

Además, es de esperar que buena parte de los dólares que ingresen por esas exportaciones vuelvan a salir del país para el pago de las diferentes partes de la deuda externa, que tienen el grueso de sus vencimientos entre 2025 y 2040.

Sin embargo, los dólares que ingresen hacen probable que quien gane en octubre se quede por muchos años en el poder.

Las luchas por venir

De lo anterior se desprende que en los próximos años podemos esperar, por un lado, luchas en el plano de las reformas laborales y jubilatorias, y, por otro lado, luchas territoriales en las poblaciones afectadas directamente por la extracción de esos “recursos naturales”.

En un contexto donde haya mayor disponibilidad de dólares y crecimiento económico es de esperar que se presenten dificultades para organizar la masividad de las resistencias. En el plano específico de las luchas territoriales, una dificultad extra está dada en que la población del país está concentrada en grandes núcleos urbanos alejados de esas luchas (lo cual no quiere decir que no haya conflictividad ambiental, pero más bien derivada de la pobreza, la falta de planificación urbana y los efectos del calentamiento global). 

En ese contexto general compartido por los dirigentes capitalistas no queremos decir que no haya matices entre las listas con chances de ganar. Es de esperar que Juntos por el Cambio vaya abiertamente por la represión a las movilizaciones, la persecución penal del sindicalismo en general, más conservadurismo en ciertas políticas, etc., mientras con Massa esto se presente en forma más moderada.

La militancia de izquierda

Si ganase las elecciones Massa, es de esperar que este aspire a quedar como el hegemón del panperonismo, en una nueva etapa del mismo (como anteriormente lo fueron el menemismo y el kirchnerismo). Si perdiese, el kirchnerismo desde el Poder Legislativo y la provincia de Buenos Aires y mantener su núcleo duro como minoría opositora durante un gobierno que creemos durará varios años.

Esto que mencionamos cambiará las políticas a darse hacia la clase trabajadora peronista, pero más allá de eso, la militancia hacia la clase trabajadora en general, debe centrarse en un par de puntos.

En primer lugar, el ejercicio de la militancia en la base, con asambleas y medidas ejecutivas para ir recuperando la confianza en sí misma, por más que sea a partir de logros mínimos. 

En segundo lugar, explicar que el problema para Argentina y el mundo es el capitalismo y que no es posible evitar una catástrofe en sus marcos. En particular dejar en claro qué esperar luego de 2040, cuando se agote el segundo ciclo de ventas de las “joyas de la abuela” y se sientan aún mucho más los efectos de la crisis ecológica, habitacional y climática.

En tercer lugar, luchar por superar una izquierda que se centra en la autoconstrucción y en la destrucción de todo lo que no sea la propia organización, y avanzar en la mayor posible unidad en la acción entre todas aquellas organizaciones que advierten la gravedad de los acontecimientos que enfrentamos.

Si de hacer la revolución se trata, necesitamos foguear camadas de militantes no sectaries en las luchas,  preparades para encontrar puntos de articulación de sus luchas sectoriales con una construcción de poder que sea de masas y que presente a las mismas alternativas tangibles al capitalismo.  Para esto además de unidad de acción se necesita el más amplio intercambio político teórico entre todos los grupos que buscan derrotar al capitalismo e invitando a franjas progresivamente más amplias de la clase a dar estos debates.

No es tarea de un día, pero es una tarea impostergable.

¿Cuáles son los problemas prioritarios?

Una constante de los años electorales es poner el acento en la inseguridad, a través de machacar y machacar por todos los medios con cuanto hecho ocurra. Esta vez no es la excepción con las noticias del narcotráfico y los asesinatos en Rosario y mostrando cada robo del que se tenga video ,así sea de un celular. Quieren vendernos la solución por medio de las alas más derechistas de las coaliciones gobernantes. Vociferan que hay que militarizar Rosario, pero la solución para nuestra clase no es ésta. A los poderosos y sus secuaces les importa nada la billetera, el celular o la vida de cualquiera de la clase trabajadora, sólo lo usan para desviar la atención de otros problemas, reforzar los aparatos represivos para cuando deban usarlos para reprimir nuestras demandas. De hecho, quienes machacan con la inseguridad son los que han generado las condiciones con sus políticas para la degradación social, sobre la cual esta crece.

No decimos que la inseguridad no sea un problema para los millones que la sufrimos día a día ni  pretendemos romantizar la decadencia social y la lumpenización, sino que la inseguridad es un emergente de un sistema económico en plena debacle y que, por lo tanto, sin cambiar el sistema, más allá de variaciones coyunturales, tenderá a agravarse como de hecho lo viene haciendo hace años.

Se ataca la venta al menudeo  de drogas, mientras los grandes responsables quedan a salvo. Los empresarios que se enriquecen con esta disputa del «mercado de drogas», operan a través de los puertos de la provincia para traer y enviar droga al por mayor a Europa. Casi 70 km a lo largo del Paraná, desde Timbúes hasta Arroyo Seco. En este trayecto hay 29 terminales portuarias que operan todo tipo de cargas sin ningún control, más que el “seudo-control” que se realizan los actores mismos del negocio. A modo de ejemplo, el puerto de Rosario es manejado por un ente de nombre Administración del Puerto Rosario (ENAPRO), que durante años tuvo como máxima autoridad al gerente general de la Aceitera Vicentin, el máximo fugador de divisas de la Provincia de Santa Fe, con u$s 300 millones fugados, que fueron comprobados por la justicia burguesa.

Para los capitalistas como clase todos los negocios son negocios, en general los grupos que operan en el gran mercado de drogas también tienen negocios legales. La “libertad” que logran de los diferentes gobiernos la usan para todos sus negocios.

Otro ejemplo, mientras exista el negocio de la banca, existirá el negocio del lavado de dinero. Y mientras exista el lavado de dinero, existirá el narcotráfico. La burguesía no produce (ni comercia, ni presta dinero) para beneficiar a la sociedad con su producción o su capital, ni para compartir su riqueza con los desposeídos. La burguesía produce y comercia y presta dinero porque es un buen negocio hacerlo.

De la misma forma, a la burguesía no le importa producir armas utilizadas para matar a inocentes, ni tampoco le molesta producir químicos que contaminan el aire, las aguas, los suelos, y nuestros cuerpos, ni menos aún le molesta guardarle dinero a los narcos –y prestarlo a su vez, para sacarle más ganancia aún-.

“Una única muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística”

La frase atribuida a Stalin es iluminadora de una práctica habitual de la burguesía y sus medios de comunicación. Machacan con las muertes individuales que puedan instrumentalizar para sus fines, mientras que nada dicen de sus prácticas que matan millones todos los años, y cada vez más.

La destrucción del planeta en general, y de esta parte del mundo sobre todo, causa millones de muertes en la forma de desastres “naturales” como olas de calor, sequías, inundaciones, así como mediante la contaminación de todo lo que nos rodea. Sin embargo, frente a un verano brutal y una sequía que implica pérdidas por 20 mil millones de dólares, con más pobreza e inseguridad para la clase trabajadora, no tienen nada que decir. Incluso sus únicas propuestas para tirar unos años son apostar a profundizar el problema mediante la explotación del gas o el litio. Para peor actividades que dejan nada en el país gracias a la legislación impuesta por el menemismo, la cual fue definida por Pino Solanas como “impune despojo y …servidumbre colonial que únicamente difiere del Potosí de la conquista en el reemplazo de las armas por asociaciones espurias, sobornos y buenos modales.”

Lo que no pueden ocultar

Sumidos en la preocupación del día a día, millones de trabajadores, trabajadoras y pueblo pobre vemos como nada está ordenado, todo varía de un momento a otro, lo que hoy vale mil mañana puede valer dos mil y pasado no sabemos. Ante esta realidad con salarios cada vez más bajos, según la UCA el índice de pobreza en diciembre del 2022 era de 43,1% y trabajo cada vez más precario, es muy difícil pensar en otra cosa que no sea parar la olla.

Massa asumió con la supuesta tarea de parar la espiral inflacionaria, pero sólo logró contentar al mercado, al 102 % de inflación anual lo tenemos que contrastar con el crecimiento económico del último trimestre del año para ver que unos ganaron y otros perdimos.

En simultáneo crecen las ganancias empresarias, por eso se da la paradoja que la economía y el empleo crecen a la par de la pobreza.

Estos primeros meses del año vimos la inacción de los gremios docentes ante la ola de calor, es que están alineados con el gobierno y no deben “hacer olas”. Sin embargo, pese a la inacción de varias dirigencias sindicales, los sindicatos son el gran problema para los grandes capitales en Argentina. Varias cámaras patronales no están contentas con haber tenido que firmar paritarias cercanas al 100% y vienen quejándose del supuesto caos que se refleja en los piquetes y cortes de calle. Por eso la oferta vigente por el lado de Juntos es arremeter contra los sindicatos e ir a negociaciones  por empresa.

De un lado el ajuste permanente, del otro la profundización del modelo neoliberal, ambas ligadas a la mano dura, esas son las variantes que nos ofrecen como salida los partidos patronales. Por ello es probable que el 2024 requiera grandes luchas.

Frente a ello, la alternativa que tenemos como clase no pasa por buscar salidas electorales, sino por la autoorganización y, en un contexto de una clase muy golpeada, comienza desarrollando asambleas resolutivas ante cada hecho que se nos presente, como hacen los vecinos ante los cortes de luz o los hechos de inseguridad sin respuesta o como vienen haciendo los  pueblos de las provincias como Esquel, Andalgalá o Mendoza para frenar la megaminería. Es necesario reconstruir los lazos al interior de la clase si queremos enfrentar los desafíos que se presentan.

Golpe blando en Perú: Duró sólo 16 meses el gobierno de Pedro Castillo

Este texto no pretende abarcar todas las aristas del proceso sino que es un punto de vista sobre la falsa grieta con que la burguesía pretende engañarnos.

Seguramente por la falta de una oposición real desde la clase trabajadora las distintas facciones burguesas se disputan el poder y para ello acuden ya hace años, como contra Zelaya en Honduras, Lugo en Paraguay, Evo Morales en Bolivia o Michel Temer contra Dilma Rousseff en Brasil, a estos golpes institucionales. Lo que discuten es la efectividad de las políticas para aplicar el ajuste y pauperizar más y más a las masas trabajadoras y populares. 

Tras anunciar la disolución del Congreso, que lo jaqueaba desde el primer día de su efímero gobierno, e instaurar un gobierno de emergencia excepcional, se encontró rápidamente con el rechazo de toda la oposición que anida en el parlamento, la cerrada oposición militar y de la policía nacional, e incluso su vicepresidenta -Dina Boluarte- se negó a apoyar la medida… mientras acariciaba la banda presidencial. 

Como dijeran hace ya más de dos siglos Marx y Engels “el gobierno del Estado no es más que la junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa”. Y la realidad no se cansa de reafirmarlo, tras el engaño de la defensa del “interés general”, de la “igualdad ante la ley”, la burguesía presenta sus propios intereses particulares como intereses de todos, y los intenta poner por “encima” de la lucha de clases; pero cuando ésta surge ahí están los destacamentos armados como la Policía o la Gendarmería para defender sus intereses frente a los trabajadores.

Los gobiernos como Boric, Petro, Castillo, Fernández o Lula no son ni más ni menos que reflejo de lo que fueran los nacionalismos burgueses de otrora, sólo que en otro contexto mundial. El mundo atraviesa hace más de una década una crisis que combina crisis económica con ambiental, de un modo inédito y, en medio de ésta se hace más evidente que nunca que no hay margen para reformas duraderas. 

De allí los pequeños márgenes de sus supuestas contradicciones, cuando los vemos haciendo concesiones una y otra vez a la derecha política y empresarial no están haciendo más que expresar su carácter de clase;  por eso Castillo no se apoya en los trabajadores y campesinos que lo habían elegido como una alternativa al fujimorismo.

En dieciséis meses de gobierno, éste fue el cuarto intento de destituirlo. Castillo llegó al poder en julio de 2021 con el apoyo de algunos sectores de izquierda y la población históricamente marginada. Hubo otros dos procesos de destitución por la misma causa de incapacidad moral, que no alcanzaron los votos necesarios para ser aprobados y un juicio político por una insólita acusación de traición a la patria,  sin fundamento, que fue anulado por falta de sustento por el Tribunal Constitucional. La cuarta parece ser la definitiva.

El programa de la coalición «Perú Libre» que encabezó Castillo fue un programa capitalista denominado «economía popular con mercado», que respeta la propiedad privada y la inversión privada. Es un proyecto que los propios dirigentes de Perú Libre aclararon que no es ni comunista, ni socialista.

De hecho, Perú Libre ya gobernaba la provincia de Junín, cuando el fundador y líder de esa coalición, Vladimir Cerrón, fue gobernador entre 2010 y 2014, período en el que agravó las condiciones de pobreza y miseria del pueblo. Y cuando renovó su mandato como gobernador en 2018, fue procesado por corrupción. Quien asesoraba a Perú Libre es el ex asesor económico del Banco Mundial Pedro Francke, quien pide «prudencia fiscal», metas de inflación y se opone a la nacionalización de empresas. 

Toda la mal llamada izquierda continental mintió diciendo que Castillo era «un indígena», «un maestro» que «representaba a los más pobres del Perú», frente a los «blancos ricos del país». Y que desde que Castillo lideró el paro magisterial de 2017 «representa a las masas». Embustes y mentiras que ahora quedan al desnudo.

Esos planteos fueron los que impulsó la Revista Jacobin, editada por los socialdemócratas que forman parte del Partido Demócrata, el actual gobierno de los Estados Unidos.

Más allá de cómo cierra la burguesía su grieta, como tijera recorta siempre del lado del filo y las masas engañadas una y otra vez pagan con ajustes brutales y peores condiciones de vida, con destrucción masiva de pueblos enteros por la voracidad minera y agroexportadora. 

Tenemos que aprender de hechos como este golpe blando que, si queremos un gobierno propio, debemos construirlo ladrillo a ladrillo, desde los barrios y las fábricas. 

Tenemos que aprender que no se puede cambiar desde adentro este sistema podrido, que sólo sobre sus cenizas se podrá erigir un futuro diferente de igualdad real, donde los que producimos las riquezas gocemos con su reparto.

La burguesía aprovecha nuestra desorientación para hacernos correr detrás de sus proyectos que siempre nos tienen como mulas de carga. La corrupción de los gobiernos es real, pero tiene su origen en que éstos sólo pueden administrar los negocios de los grandes capitales que nos oprimen. Y, negocios son negocios… 

La historia demuestra decenas de veces que no son las malas o buenas intenciones de los gobernantes las que nos llevan a estar cada vez peor. Es el carácter de clase de éstos. Es una falacia que son tibios, sólo pueden serlo para oprimirnos y llevar a cabo los ajustes que los grandes capitales y el imperio demandan, porque ese es su rol.

Solamente una salida revolucionaria puede darnos a la humanidad un futuro próspero. 

Conclusión que nunca podrán sacar los partidos centristas y oportunistas que vienen de hace años apoyando candidatos de falso corte progresista, agitando fantasmas de una ultraderecha que, cuando gobierna, poco difiere de los Boric, Petro, Castillo o Lula.

O se está por una revolución obrera y popular que, sobre las cenizas del estado burgués, construya una sociedad socialista, o se sostiene el régimen democrático que bien utiliza el capital para avanzar con sus planes.

Las lecciones de la elección constitucional chilena

El día 4 de septiembre se realizó un plebiscito para aprobar o no una nueva constitución para el Estado chileno, tras más de un año de sesiones de la convención constituyente. La victoria del rechazo por un contundente 62% contra 38% del apruebo, lo cual deja vigente la constitución pinochetista, nos deja un par de lecciones.

El mal de las consignas ahistóricas

En la izquierda estamos muy acostumbrados, incluso entre quienes no se reconocen como trotskistas, a proclamar una serie de consignas, muchas tomadas tal cual del Programa de Transición de Trotsky, ante cualquier proceso de lucha. Se dice “estatización bajo control obrero”, “elección popular de jueces y comisarios”, “asamblea constituyente”, sin detenerse a analizar desde una perspectiva materialista si dicha consigna es pertinente al proceso que se la quiere aplicar.

En el caso específico de los llamados a asambleas constituyentes ante cualquier proceso de lucha masiva en un país, en ningún momento se detiene a analizar que una asamblea constituyente, bajo la democracia y el Estado burgués, donde cada persona aislada vota cada tanto tiempo, lo más probable es que esas votaciones favorezcan a las miradas conservadoras.

La democracia obrera implica la participación cotidiana en procesos de deliberación y ejecución a diferentes escalas, y es el ensamble de todas esas organizaciones las que constituyen una nueva forma de gobernabilidad global y, por lo tanto, en los hechos una nueva constitución.

Las mayorías silenciosas

La elección en Chile del 4 de septiembre, a diferencia de todo el resto de las elecciones chilenas, fue obligatoria, por lo que fueron a votar millones que habitualmente no lo hacen. Y como era muy probable esas masas silenciosas votaron en forma conservadora, por más que esa sea la única actividad que están dispuestas a tomar en pro del orden establecido, ya que no han salido a las calles en favor del mismo, ni tampoco fueron a votar en forma conservadora en las elecciones optativas.

Las elecciones burguesas son una gran herramienta de legitimación del orden establecido, ya que solo le piden a las masas que acudan una vez cada dos años a votar. Y esas masas tienden a conservar lo que ya conocen, son básicamente acomodaticias a la corriente que logran imponer las minorías activas. Esto decanta simplemente de décadas de preponderancia de la ideología (burguesa), no sólo en los medios de comunicación, sino en la arquitectura institucional (escuelas, hospitales, clubes de fútbol, iglesias, partidos burgueses) y hasta en la estructura patriarcal de las familias nucleares de las masas.

Este carácter conservador se ha evidenciado por ejemplo en la victoria de De Gaulle apenas un mes después de que millones tuvieran en vilo su gobierno en las calles. El carácter acomodaticio se ve en las masas alemanas, de casi una revolución comunista en los 20, al nazismo en los 30 y a la democracia burguesa luego de 1945. Incluso en la URSS la población votó por conservar la misma en 1991.

El carácter de la revolución

Cuando hablamos de minorías organizadas y activas que llevan adelante la revolución no nos referimos a un 1% que en forma vanguardista toma el poder. El mismo Trotsky  compara en «Las tácticas de Frente Único» los 130.000 afiliadxs al Partido Comunista francés con la influencia mayor que tienen 20.000 socialistas, concluyendo que no se resuelve numéricamente, y que la clase trabajadora desorientada puede sufrir amplias oscilaciones en su política. En ejemplo de estás oscilaciones, Orwell describe los escaparates andaluces en 1936 con monos y otros atuendos proletarios en el momento de ascenso de la revolución española, en contraste con el regreso de la moda burguesa en 1939…

Queremos una sociedad sin burocracias y autoconsciente. No se va a hacer la revolución por lograr que la mitad más uno te vote, sino que si el 20 o 30% está organizado puede llevar adelante cambios revolucionarios, siempre que las mayorías no estén dispuestas a salir a la calle en oposición. La propia organización de la clase en los nuevos organismos de gobierno va a ir incorporando al resto de las masas a la práctica consciente del poder y convertirá la sociedad comunista en la nueva realidad a conservar. 

Es esta perspectiva la que hay que propagandizar incansablemente. Organizarse por meras mejoras circunstanciales no es poco importante, pero no alcanza para hacer la revolución.

El magnicidio que fracasó porque no tenía balas

Como casi todo el mundo sabe, el intentó de asesinato contra Cristina fracasó porque el arma no tenía la bala en la recamara, si la hubiera tenido otra sería la coyuntura hoy en día. Sin embargo, las condiciones que llevaron a atentar contra Cristina siguen vigentes y son las que dan por tierra con todas las teorías conspiranoicas sobre un autoatentado.

Por ahora, parece ser que el agresor actuó en soledad, o junto a muy pocas personas, y con preparación “amateur”. Si algún sector poderoso hubiera estado interesado en eliminar a Cristina hubieran ido por un profesional y el hecho se hubiera consumado.

El agresor reunía todas las condiciones que caracterizan a las nuevas derechas oscurantistas, xenofobia, racismo, adhesión a diferentes tesis conspirativas, anticuarentena, anti planes sociales, ciencias ocultas, ovnis, participación en escraches impulsados desde el ala derecha de Juntos por el Cambio, etc. etc. Claro está, combinando estas características que se dan a nivel internacional con las especificidades del gorilismo local.

Por eso decimos que las condiciones que hicieron posible el atentado y le dieron verosimilitud siguen vigentes, los discursos que se difunden por redes sociales y otros medios de comunicación, así como con los cuales coquetean partidos políticos y empresarios, exacerban en un sector social la idea de una supuesta confabulación comunista a nivel mundial, que tendrían por exponentes a gente que no tiene nada que ver con la lucha contra el capitalismo, desde un Justin Trudeau a una Cristina Kirchner.

Pero esos discursos no encontrarían tierra fértil sin un deterioro de las condiciones de existencia de las masas, y en ese sentido, el conjunto de las fuerzas burguesas contribuyen a este crecimiento de la extrema derecha, aunque aún bastante desorganizada.

La extrema derecha, por ahora, funcional a la burguesía 

Por ahora, en su desorganización, esta extrema derecha sirve a la burguesía para legitimar su democracia burguesa, para hacer llamados a imponer la paz social, para desviar la atención del ajuste, imponer nuevas leyes represivas que luego se usarán contra la izquierda (ya Batakis equiparó las movilizaciones en Chubut con los discursos de odio), entre otras cosas. Leyes mordaza, acusaciones de asociación ilícita que exudan ley Antiterrorista (sancionada durante la década K)… La política tan efectiva de Néstor de «a mi izquierda la pared»: quien levante los ojos del redil de la democracia burguesa le hace el juego a la derecha.

Pero de no cambiarse el actual curso de las cosas, en la medida que la crisis energética y ecológica, así como las disputas interimperialistas, sigan deteriorando la vida de las masas, esa extrema derecha de ser idiota útil puede transformarse en un actor político autonomo y de masas. 

Por ejemplo, ya están planteando que la crisis energética y ecológica en realidad son medidas planeadas por una oscura conspiración llamada Agenda 2030. Cuando efectivamente se vayan consolidando los impactos de la crisis, esos sectores picarán en punta para darles explicaciones a las masas y buscar chivos expiatorios.

Pensemos, si ante una Cristina Kirchner están dispuestas a matar, lo que estarán dispuestos a hacer ante algo que realmente implique cambios estructurales.

Entender el problema para neutralizarlo

Si no logramos entender y hacer entender que el problema es esa extrema derecha y sus condiciones de crecimiento, y somos llevados detrás de consignas de paz social, democracia burguesa y profundización del capitalismo, no habrá forma de parar su crecimiento ante el avance de la crisis mundial. Esa es la tarea que debemos tomar como aprendizaje ante los recientes hechos.

Entonces insistimos en que no podemos quedarnos en la anécdota del loquillo de derechas y el discurso del odio (abstracto, fluido, de todos y de nadie). Las balas y el entrenamiento para estos sujetos las pone la burguesía cuando se cansa del pueblo. La opción que nos propone el ala pseudo progre de la burguesía es atenernos a ese límite. En ese contexto es una política de la resignación ante la miseria de las grandes masas y la profundización de las catástrofes ambientales. La opción de les revolucionaries es ser realistas y luchar por lo aparentemente imposible.

La crisis estructural en Argentina y en el mundo

La situación actual en Argentina, sobra decirlo, está signada por la aguda crisis económica y enmarcada por momentos de incertidumbre en el mundo.

Costo de la electricidad en Alemania y Francia

La burguesía utiliza hoy la Guerra en Ucrania, como utilizó hace dos años la pandemia para explicar la fase actual de la crisis del sistema pero, tanto la recesión, como la inflación creciente o la crisis energética son procesos de larga data en el planeta. Guerra y pandemia son emergentes no causas.

Es el sistema capitalista que cruje, estamos en los albores de un cambio de hegemonía,  EEUU no puede ya sostenerse como locomotora del mundo y en su declive da y dará manotazos de ahogado.

En Argentina la situación se agrava por causas intrínsecas, pero tanto aquí como en el resto del planeta lo que manda es la necesidad, propia del capital de concentrar  riqueza y en ese afán, avanzan más y más sobre las conquistas de la clase trabajadora provocando un nuevo salto en la pérdida de conquistas y la destrucción del salario, millones de trabajadores y trabajadoras pobres, trabajando extenuantes jornadas para ni siquiera llegar a mitad de mes, una inflación que al galope se lleva puestos las ya escasas recomposiciones salariales acordadas en paritarias.

La burguesía exprime no solo a la clase trabajadora para alzarse con más ganancias sino que profundiza la destrucción del territorio, las explotaciones mineras y las quemas de campos son el extremo de una política que no se detiene ante nada.

Está claro que la Argentina tiene que proveer al mundo de materias primas y ese rol tiende a profundizarse. El gobierno de Fernandez desde un principio anunció que iba a buscar dólares en el campo y la minería para afrontar los pagos de deuda y en ese camino está. En ese arrasar todo se encuentra con dos actores sociales que resisten. Por un lado los millones de trabajadores y trabajadoras no sólo excluidos del sistema laboral formal sino también precarios e informales que forman parte de los movimientos sociales. Estos ocupan las calles insistentemente para hacer frente a su durísimo pasar, años de ajuste mientras la desbocada inflación ya les hace imposible sobrevivir. A diferencia de las acciones piqueteras de principios de siglo estas organizaciones lo hacen de forma ordenada, sus direcciones las llevan por ese camino. El otro actor que se le opone son las poblaciones de diferentes provincias que ven como las explotaciones mineras amenazan con barrer sus territorios, Mendoza, Chubut, Andalgalá y otras van mostrando el camino de lucha para detener  este avance, y el gobierno responde criminalizando la protesta, reprimiendo y encarcelando activistas ambientales.

El Movimiento obrero organizado,salvo algunas excepciones, por su parte pese a retrasarse en cuanto a conquistas y poder adquisitivo entiende que tener un trabajo formal es un privilegio y por el temor a no perderlo acepta este retroceso sin demasiada resistencia facilitando el trabajo a las conducciones gremiales. como lo demostraron las mismas el pasado miércoles 17 convocando una marcha en apoyo al gobierno. Sin embargo, existe una memoria de lucha que hay que retomar. Camadas de activistas que dinamizaron procesos de luchas masivos en el Estado (docentes y estatales) y puntuales en una miríada de fábricas están ahí. También muchas compañeras que han desplegado un intenso activismo en el movimiento feminista.

Debemos tener paciencia y real autocrítica de los procesos de lucha dados, la lucha de clases es el motor de la historia y, mas tarde o más temprano, los sectores sociales hoy retrasados en cuanto a su acción retomaran su papel histórico. En busca de la unidad para la acción tendremos que tejer nuevas redes de solidaridad de clase entre estos sectores y aquellos que en este momento son más dinámicos. Si renunciamos a nuestra tarea militante en pos de la aparente inmovilidad dejamos que los balances los haga el poder hegemónico a uno y otro lado de la grieta. En muchos casos hay compañeres entrampados en la permanente estrategia K que trazara allá lejos y hace tiempo Nestor con el “a mi izquierda la pared”: Se defiende siempre el mal menor para “no hacerle el juego a la derecha”, y como se dice ahora “el pragmatismo es supervivencia”…. Supervivencia del capitalismo, pero la muerte por inanición y agotamiento de la clase trabajadora.

El laberinto para ratones que nos ofrece el sistema

La estrategia de la grieta siempre funcional al pragmatismo que supuestamente no le hace el juego a la derecha interpone abismos entre quienes quieren creer el anacronismo de que en la democracia burguesa en esta etapa del capitalismo podemos vivir mejor y aquellos que retroceden hacia discursos reaccionarios de supervivencia individual de la mano del PRO o peor aún de discursos fascistizantes libertarios.

El FDT da clases de pragmatismo a su militancia: reconoce que el “poder real” no está en la Casa de Gobierno ni en ninguna de sus “instituciones republicanas” sino en las grandes empresas industriales, comerciales y financieras: Asociación Empresaria Argentina (AEA), que controla a la UIA; Sociedad Rural, que controla a la Mesa de Enlace; Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), que agrupa a los bancos extranjeros; Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino (ADEBA); Cámara de Comercio, y unas más. Y que su papel es tratar de facilitarle los negocios. A eso vino Massa, no a detener el ajuste sino a profundizarlo. 

Mientras tanto, el juicio político a Cristina, del cual no negamos la importancia, no hace más que profundizar la grieta y distraer los ojos de los recortes que concretamente afectan a la clase laburante. El superministro Massa acaba de firmar la reducción de las partidas de gastos en seis ministerios por un total de $210.000 millones. El fuerte ajuste presupuestario equivale a un ahorro del 3,1% del déficit fiscal total de 2022. Los ministerios afectados son los de Educación (Conectar Igualdad: -$50.000 millones), Salud (Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles e Inmunoprevenibles: -$10.000 millones), Obras Públicas (Recursos Hídricos: -$20.000 millones), Desarrollo Territorial y Hábitat (Planificación: -$50.000 millones), Desarrollo Productivo (partidas para Financiamiento: -$70.000 millones) y Transporte (Coordinación de Políticas de Transporte Fluvial y Marítimo: -$10.000 millones). 

Cortina de humo más grande que la de los humedales en llamas por la especulación ganadera e inmobiliaria mientras ajustazos, tarifazos y la inflación imparable la defensa de Cristina invita a quienes no están fanatizados por ella al amargo cinismo: “Siempre fue todo así”. El discurso de la impotencia frente a la burguesía local y extranjera.

Manifestaciones frente a la casa de Cristina Fernández

Estos poderes reales cada vez piden más, siempre van a poder pedir más, pero solo la clase obrera con organización y lucha puede poner de pie al otro poder real, al poder de trabajadores y oprimidos. Hoy la clase trabajadora y un archipiélago de organizaciones populares se expresan de forma aislada y así no logran más que, en algún caso, obtener una demanda parcial devorada inmediatamente por el ajuste y la inflación. Como lo hace la burguesía, que a la hora de definir políticas de fondo lo hacen unidos, también los del otro lado debemos unirnos.

Son muchas las dificultades, pero el camino es ese y allí debemos centrar nuestros esfuerzos. En el terreno de las elecciones gremiales en curso viene siendo muy complicado disputar con las conducciones atornilladas a los sillones, haciendo más fraude que nunca y otras medidas mafiosas que utilizan y van a utilizar para no perder sus lugares. La UOM  fue la excepción, por la salida de Caló, que fue vista con buenos ojos por el odio que las bases ya le tenían. Pero su derrocamiento fue por acuerdos tejidos a espaldas de las bases y responde directamente a los dueños del poder, tanto Furlan como Brunelli son “empleados” de Paolo Rocca y el grupo Techint, nada bueno se puede esperar de ellos.

En un momento que el discurso hegemónico, lamentablemente también el de la izquierda mayoritaria es poner las fichas exclusivamente en el parlamento y las instituciones burguesas hay que recordar cómo se construyó siempre la correlación de fuerzas que nos hizo avanzar. En cada estallido de luchas se partió de conflictos más pequeños, sin ir más lejos la rebelión chilena que puede modificar la constitución pinochetista se inició con algunas decenas de estudiantes viralizando sus videos saltando molinetes.

Organizar la resistencia empresa por empresa, barrio por barrio 

En un tiempo económicamente tan duro y de tanto cinismo no podemos ser multiplicadores de la amargura. Recordemos la potencialidad de las acciones de difusión local, pegatinas, agites, y no las descartemos por no ser las grandes y masivas movidas que consiguen reivindicaciones. Porque sin esas no llegamos a las grandes. Y además son necesarias para educar a nuevas camadas de activistas. 

Entonces si no queremos en próximos estallidos espontáneos de hambre encontrarnos en la calle tirando piedras sin tener claro por qué o para qué y que luego, todo esto lo capitalice una fuerza burguesa, hay que redoblar el esfuerzo de organizar todo lo mucho o lo poquito que tengamos cada une a nuestro alrededor, con nuestras redes de contactos. Organicemos acciones concretas que nos vayan dotando de experiencia, organicemos debates políticos que vayan formando a lxs más nuevxs y limando asperezas entre les más viejes y quisquilloses… .Hay que apostar a la autoorganizacion, a los procesos genuinos  que surgen de las bases, tenemos que ir de lo pequeño a lo grande, de lo local a lo más general, con paciencia y, fundamentalmente ayudando a construir en ese proceso una dirección política capaz de direccionar las luchas  al enfrentamiento de clases